Los resultados de las votaciones para decidir el nuevo liderazgo del PSF han sido objeto de muchas valoraciones, tanto por lo estrecho de los resultados como por lo que la situación del PSF denota.
No creo que una elección en la que el electorado quede dividido en dos mitad implica necesariamente una ruptura del PSF en las esas mismas mitades. Todo depende de cómo se gestione el proceso posterior a los resultados y de la forma que la líder elegida sea capaz de reunificar el partido.
Soy de la opinión de que la unidad de los partidos debe darse después de la celebración de los procedimientos internos y no antes: ir a unas elecciones internas con una sola lista no denota unidad sino falta de democracia, mientras que la permanencia de sectores tras las elecciones denota un déficit en asumir la consecuencia lógica de unos resultados en una democracia (uno gana y otro pierde).
Además hemos de tener en cuenta de que si definitivamente se proclama como vendedora a Martin Aubry, es porque ha sido capaz de acaparar prácticamente todo el voto que, en la primera vuelta, no obtuvo Royal. De lo que no cabe duda es que Royal genera rechazo en la mitad exacta del PSF.
Jesús Solores insiste en un problema social interno que tiene el PSF. El problema es común a toda la sociedad francesa y no es otro que la hegemonía que la aristocracia republicana egresadas de las “Escuelas Nacionales” tiene sobre todos los ámbitos de la vida francesa. No sé si la sociedad francesa es eso lo que demanda.
El elitismo académico es un serio problema para un partido de izquierda (también para uno de derecha), aunque siempre tengo miedo a que estas críticas escondan cierto anti-inlectualismo, tan nefasto como el intelectualismo, aunque el nacimiento de dinastías, élites hereditarias o cuasihereditarias es aún peor. Sí me llama la atención la sensación de indemnidad que los socialistas españoles tienen de estos problemas, cuando aquí se dan esos mismos vicios aunque con otros comunes denominadores, porque como Franesco apunta en el Socialismo español se pide bien poquito para considerar que alguien tiene una gran preparación.
En definitiva. La unidad en el PSF tiene que venir ahora. Los derrotados, si no quieren colaborar con los vencedores, deberían mantener un fiel silencio y dejarle todo el campo de acción posible. Los vencedores deben hacer gala de una amplia “clementia” y contar con gente que han conseguido reunir en torno a sí a la mitad de la militancia.
«si definitivamente se proclama como vendedora a Martin Aubry, es porque ha sido capaz de acaparar prácticamente todo el voto que, en la primera vuelta, no obtuvo Royal. De lo que no cabe duda es que Royal genera rechazo en la mitad exacta del PSF.»
Es muy inexacto. Royal contaba con un 29% de apoyos y un rechazo teórico del 70%. Se ha quedado en un rechazo del 50,02%.
Se me olvidaba comentar la última mitad de lo entrecomillado. La madre de las 35 horas e hija de Delors también genera el rechazo de la mitad de la militancia del PSF.
Lo primero que me gustaría es indicar mi extrañeza respecto a la devoción cuasio oficial a Royal que se da en el Socialismo español. Lo segungo es que Aubry en la primera vuelta tuvo bastante menos votos que Royal, de forma que pudo reunir más votos que Royal, mucho de ellos por antipatía a la perdedora en las elecciones presidenciales.
Quizá porque es la más parecida al PSOE (un socialismo donde no asusta la palabra libertad). El PSF que encarna Aubry y los oficialistas es un dinosaurio de militancia cada vez más exigua que sólo quiere juntarse con quien está más a la izquierda.
Compañeros: seguidle la pista al segundo de Ségolène (auténtico cadáver político, pues a su derrota presidencial le ha unido la interna en el PSF). Se trata de Manuel Valls, nacido en Barcelona y nacionalizado francés, ya presente en la Asamblea, además de alcalde de una localidad cercana a París. Apunta maneras para enfrentarse a Sarkozy: http://www.valls.fr