La dación en pago es presentada como una medida que salvaría a miles de familias de las ejecuciones hipotecarias que les penden sobre sus cabezas y que evitaría los desahucios. Es cierto, eliminaría las ejecuciones porque la entrega de la vivienda resolvería el préstamo hipotecario y no habría desahucios porque ellos habrían entregado ya su vivienda. La dación en pago no es ningún mecanismo que permita a alguien quedarse en una casa sin pagar las amortizaciones mensuales.
El sistema actual permite a los bancos jugar con activos diferentes del valor de la vivienda, especialmente las rentas futuras del trabajo, para minimizar el riesgo del préstamo. Un sistema en el que la dación en pago sea la norma general implicará que las entidades bancarias sean más estrictas, en principio, a la hora de conceder estos préstamos, pero todos tendrían las mismas normas.
El problema que tiene el sistema de dación en pago que el ministro De Guindos perjeñó en el Congreso es opta por otorgar esta posibilidad solamente a las familias con mayor debilidad económica, de modo que ‘pro futuro’ este sector tendrá dificultades aún mayores para acceder al préstamo hipotecario, ya que a la poca fortaleza de su posición económica se le uniría las posibilidad de resolver el contrato por dación en pago, lo que en un mercado inmobiliario con poco ascenso de precios (como será el nuestro en varias décadas) les hace unos clientes poco atractivos.
Pensando mal podríamos llegar a la conclusión de que lo que busca el ministro De Guindos es impedir que los bancos den dinero en préstamos hipotecarios a determinados sectores de la población aún cuando la situación económica mejora antes de entrar en el siglo XXII.
De todos modos el ministro de Economía y Competitividad no ha anunciado ninguna iniciativa normativa en este sentido. Lo deja todo a una autorregulación de las entidades bancarias en materia hipotecaria y a una idea dejada en el aire del Congreso. A veces, cuando se quiere ayudar, se está perjudicando porque colocas a las personas a las que les desea ayudar en una posición de desigualdad mayor, que se une a la debilidad económica, frente al resto de la sociedad.
Cierto, pero yo plantearía si no debería ser así, para que esas personas no se terminen sobreendeudando, y al mismo tiempo el mercado inmobiliario se tenga que adaptar para dar salida a las viviendas que puedan ir orientadas a esos sectores más desfavorecidos.
Hay una cosa que está clara, y es que la facilidad que daban los bancos para endeudarse por encima de lo recomendable ayudó, y mucho, a engordar la burbuja inmobiliaria.
Un mayor control y la posibilidad de que el banco pierda dinero en el futuro, debería ser suficiente para que evitar que vuelva a ocurrir.
Pero por supuesto, lo que tú planteas es algo a tener en cuenta.
De acuerdo con Manuel.
Es más, que se concedan menos hipotecas es BUENO. Si creemos que los pobres tienen derecho a la vivienda, démosles subsidios, pero no nos carguemos el sistema financiero a la par que creamos un ladrillazo insostenible. Y además, a ver cuando fomentamos más el alquiler, que ya va siendo hora.
Como esto siga así las entidades de crédito van a convertirse en los nuevos señores feudales. Sin darnos cuenta, las entidades de crédito están acaparando un enorme patrimonio inmobiliario, que aumenta con las ejecuciones hipotecarias (se quedan con la vivienda por el 50 % de su tasación) o, en su caso con la dación en pago. Los bancos no van a poder, ni querer, vender todas sus viviendas a los precios actuales o menores que se avecinan, con lo que las sacarán en alquiler, una vez el Gobierno apruebe, como si nos hiciese un favor, beneficios fiscales al alquiler de vivienda. Como antes al señor feudal, los humildes pertenecerán a un banco, que les alquilará la vivienda y al que pagarán sus «pechas» Además lo que se maquilla como lucha contra el fraude, futura prohibición de pagos en efectivo que superen ciertas cantidades, es simplemente obligar a tener cuenta en un banco, lo quieras o no, y a pagar comisiones.
Buen futuro nos espera: ¡Siervos de una entidad bancaria!
En realidad, la supuesta prohibición no es tal. Es una limitación en función de la cantidad, y se aplicará (según me enteré hoy) sólo a las empresas. Lo cual hace que la medida sea papel mojado, porque no servirá absolutamente para nada si se deja una puerta abierta a que los particulares (en especial grandes fortunas) puedan establecer mecanismos para evadir impuestos. Pero claro, esos son los que manejan la correa y no se les puede tocar.
Respecto de lo que dices, sobre las entidades bancarias convirtiéndose en nuevos señores feudales, es cierto que es cada día más difícil vivir sin una cuenta en un banco. Pero esto no es ninguna novedad. Sí es preocupante la acumulación de patrimonio inmobiliario en sus manos. No obstante, hay que tener en cuenta que ese patrimonio es muy poco rentable y supone para los bancos más una carga que un beneficio. En algún momento tendrán que pensar en la forma de darle salida, pero mucho me temo que terminarán por derribar las viviendas que no se vendan (la mayoría), recalificarse el suelo y servir de compost (vía especulación) para una nueva burbuja inmobiliaria.