El escándalo por la desidia de un órgano judicial, que ha permitido que un condenado esté en la calle y que vuelva a cometer execrables crímenes, ha puesto en el centro de la atención algunos de los problemas estructurales de la Justicia española. No creo que sea el momento de abordarlos todos, sino dos que tienen incidencia en este caso.
Hace unos años leí todas las resoluciones de la Comisión Disciplinaria del CGPJ de varios años. Era impresionante la blandura tremenda con la que los jueces estudian la responsabilidad de sus compañeros. Es un perfecto ejemplo de protección corporativista. A veces uno tiene que pensar que los jueces siempre encontrarán una buena agarradera para sancionar con una multita comportamientos que, en mi humildísima opinión, merecen la expulsión de la carrera judicial. No pertenecer al mismo cuerpo que el sometido a procedimiento disciplinario proporciona un necesario distanciamiento y sería positivo que en la Comisión Disciplinaria no hubiera ni un juez (tampoco un fiscal por la cercanía de oposiciones), sino que estuviera compuesta por funcionarios de otros cuerpos administrativos del mismo nivel.
El desfile continuo de funcionarios de Justicia que ha narrado la prensa (bajas, sustituciones por bajas, cambios de destino, sustituciones por cambio de destino, vacaciones después de las bajas y sustituciones después de las bajas) no me parece la mejor forma de mantener un trabajo constante. No dudo que todo este desfile se haya atenido a la legislación, pero es que es la legislación lo que hay que cambiar, así como hacer efectivos los controles, como en el caso de los jueces.
De la efectividad, organización, selección de personal y otras cositas ya buscaré un mejor momento para hablar. Sólo quiero indicar, para los que ya le echan las culpas a Bermejo que se olvidan del CGPJ (del que depende el juez), de la consejera de Justicia de la Junta de Andalucía (de la que dependen los funcionarios), porque de Bermejo sólo depende el secretario (si no me confundo).
Acabo de leer su comentario en El país de hoy a proposito del preacuerdo del Ministerio de Justicia con los sindicados y es el siguiente: «Vamos a ver si los funcionarios de Justicia bajan su absentismo, el café no ocupa media jornada laboral, están más preocupados del último concurso de traslado que del trabajo y aprenden a manejar los programas informáticos de su puesto.»
Me gustaría hacerle una serie de apuntes que me afectan a mí personalmente y a la inmensa mayoría de compañeros (siempre hay alguna expecepción):
Yo he acudido a trabajar un montón de días con fiebre y nunca me he cogido una baja.
Mi cafe no me ocupa medía jornada laboral, sino medía hora.
El concurso de traslado me lo estudio y trabajo en mi casa por las tardes.
El LIBRA me lo conozco bastante bien y le saco bastante partido pese a sus deficiencias.
Estoy harto de tanta maledicencia y envidia, hasta el gorro. No se a que se dedica ni me interesa, pero desde luego su conocimiento de la oficina judicial es nulo y por tanto no sé como se atreve a hacer semejante comentario en público. Como comprenderá dado el rigor que ha demostrado en el conocimiento de los asuntos y profundidad de pensamiento, no voy a tomarme en serio su blog.
«unfuncionariode justicia». Respuesta a sus comentarios:
1) Los datos están y lo que cada cual dice de sí mismo vale eso, para sí mismo.
2) Puede que mis argumentos sean muy pobres pero contestarme «yo soy muy bueno» me parece ridículo.
3) Que no te tomas en serio el blog. No veas que pena. Yo no os tomo en serio a vosotros y tan contento.
4) Enviadia, ninguna la verdad.
La inapelabilidad de la sentencia gitana «tengas pleitos y los ganes», evidencia la falla del sistema judicial español y la ruina de la administración de justicia.
La visibilidad del caso de referéncia no es sinó la punta del íceberg de un sistema sumido en el caos (no confundir con un sistema caótico).
A mi juicio, resulta del todo necesario, un pacto de estado entre los grandes partidos de España para reorientar todo el entramado del poder judicial y la descentralización administrativa de la «oficina judicial».
En una democrácia, la justicia entendida como servicio público, no puede estar sujeta a prácticas endogámicas de jueces y fiscales por una parte y particularismos regionales por otra.
A fuer de ser repetitivos, la justicia es la asignatura pendiente de la democracia en España.